El desarrollo de la industria Automotriz en México

Varias regiones del país se han venido consolidando como clústeres especializados de las industrias automotriz, aeroespacial, de producción de moldes, dispositivos médicos y maquinaria. Aquí presentamos un informe de estas clústeres industriales que, sin duda, han consolidado la industria manufacturera de México. 

De acuerdo con información del Clúster Automotriz de Nuevo León (CLAUT) una definición moderna de lo que significa un clúster se debe centrar en la colaboración –más allá de solo la concentración geográfica– cuyo objetivo es el desarrollo de una industria determinada y bajo la participación de tres actores clave: gobierno, industria y academia.

 “El tema de clústeres como política industrial es de suma importancia. Creemos que si México quiere jugar en las cadenas globales de valor, si quiere ser fuerte en los sectores automotriz o aeroespacial, por ejemplo, debe haber clústeres que ayuden a tal propósito”, detalla.

Información de la Secretaría de Economía señala que tan sólo en 2014, esta dependencia y el Banco Mundial destinaron 120 millones de pesos para asesoría técnica y consultoría a 37 clústeres productivos en México.

“La asesoría y los apoyos se dieron bajo tres líneas de acción: gobernanza del clúster, certificaciones y capacitación  del capital humano”.

En este sentido, de acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, uno de los Cinco Ejes fundamentales de gobierno es el denominado “México Próspero”, cuyo objetivo es desarrollar los sectores estratégicos del país.

“El objetivo sectorial  es desarrollar una política de fomento industrial y de innovación que promueva un crecimiento económico equilibrado por sectores, regiones y empresas”.

Destaca que las estrategias incluyen el impulsar la productividad de los sectores maduros; incrementar la competitividad de los sectores dinámicos; atraer y fomentar sectores emergentes; incentivar el desarrollo de proveeduría, para integrar y consolidar cadenas de valor que coadyuven a la creación de clústeres; así como promover la innovación en los sectores, bajo el esquema de participación de la academia, sector privado y gobierno (triple hélice).

Para el Gobierno Federal los sectores maduros (en lo que se debe impulsar la productividad) son el metalmecánico, textil-vestido y cuero-calzado, madera y muebles, siderúrgico, y alimentos y bebidas; en tanto que los sectores dinámicos (donde se debe incrementar la competitividad) son el automotriz y de autopartes, aeroespacial, eléctrico, electrónico y químico; y, finalmente, los sectores emergentes son biotecnología, farmacéutico, TI, industrias creativas y equipo médico (en los cuales se debe atraer y fomentar).

“La estrategia transversal busca consolidar los clústeres regionales existentes o en proceso de formación. En el caso particular de clústeres regionales que conforman los sectores maduros se deben vincular con sectores dinámicos, así como crear regiones de manufactura con vocación definida y con estándares uniformes”.

 
Cadenas productivas de alto valor

Uno de los retos de la Política Industrial en México es diseñar justamente una política industrial que defina claramente cuáles son los sectores donde desea competir en el escenario internacional y ver el impacto regional de implementar dicha política.

“Al definirlo podrá focalizar los recursos, acelerar el crecimiento industrial y crear un entorno favorable a la innovación. Para ello, es fundamental definir las vocaciones productivas del país y sus regiones; orientar la política al fortalecimiento de los sectores clave o clústeres o sistemas de innovación y orientar los esfuerzos a la creación de valor a través de insertar a la economía mexicana en la economía del conocimiento”.

La política y la estrategia de desarrollo económico regional requiere de acumular competencias clave o centrales, desarrollar capital social, construir liderazgo estratégico, administrar recursos eficientemente, construir inteligencia de mercados, proveer infraestructura estratégica, desarrollar capacidad en la administración de riesgos e incorporar principios de sostenibilidad en las estrategias de desarrollo económico regional.

En este sentido, podemos entender que la colaboración y la competitividad, si bien parecen dos conceptos antagónicos a simple vista, en la experiencia de actividad de los clústeres no se trata de conceptos opuestos, “sino que la misma colaboración genera competitividad al atender las fallas de mercado y al generar sinergias y oportunidades entre los actores sociales”.

Esta dinámica colaborativa va generando una nueva visión para buscar las ventajas competitivas también en la colaboración, donde las ventajas se encuentran más allá de los muros de la propia organización.

“Esto, finalmente está llevando a que las regiones se ‘clustericen´ para ganar competitividad en su entorno, y las ponga en mejores condiciones de competir globalmente”.

Al buscar el desarrollo óptimo de estos clusters cabe acentuar que es importante emplear gente con una cultura perfeccionada que cubra los requerimientos que este tipo de industra requiere para que surtan efectos dichos planes  ya que debemos que tener bien claro que una colaboración de este nivel, es propia de un recurso humano con altos índices de educación laboral y competitiva. Por lo que entendemos de la necesidad de una sinergia entre empresas de recursos humanos de alto nivel que permitan explorar de manera concienzuda el contexto laboral para poder tomar elecciones pertinentes y asegurar el éxito de los planes que buscan alcanzar los objetivos intrínsecos de este sector.


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